El
9 de junio de 1956 se produjo un levantamiento cívico-militar contra
la dictadura militar de Pedro Eugenio Aramburu y el almirante Isaac Rojas, liderado por el general
Juan José Valle. El levantamiento fue rápidamente abortado debido
a que el movimiento había sido infiltrado y el gobierno militar
estaba esperando a los insurrectos. La dictadura decidió efectuar
un castigo ejemplificador y completamente inusual en la historia
argentina del siglo XX, disponiendo el fusilamiento de los sublevados.
Entre el 9 y el 12 de junio de 1956 veintisiete civiles y militares
fueron ejecutados, algunos en fusilamientos clandestinos en una
zona de basurales de José León Suárez, provincia de Buenos Aires.
Estos hechos fueron relatados magistralmente por Rodolfo Walsh en
Operación Masacre.
El historiador Salvador Ferla, en su libro "Mártires y verdugos" destaca que sobre estos hechos trágicos se pronuncian instituciones y organizaciones que expresan nada de crítica a la dictadura militar asesina. Señala que la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) emite una declaración en la que tilda de "reaccionario el golpe del 9 de junio que aspiraba a llevar al país a un régimen de dictadura aliancista". Ferla agrega: "Ante la insurrección y los fusilamientos lo único que se le ocurre al Partido Comunista es proponer un gobierno de coalición democrática, o sea, solicita asociarse al gobierno fusilador, al gobierno que acaba de masacrar obreros en José León Suárez y que tiene miles de obreros en sus cárceles llamadas democráticas".
Pero el periódico socialista La Vanguardia, dirigido por el profesor Américo Ghioldi, pasa a la historia como el mayor legitimador del crimen. El 14 de junio de 1956, Ghioldi afirma: "Los hechos de la noche del sábado 9 y domingo 10, dentro de su
inmensa tragedia, definen circunstancias y posiciones sobre las cuales
parece necesario detenerse a pensar hondamente. En primer lugar, es dato
fundamental de los hechos acaecidos, la absoluta y total determinación
del gobierno de reprimir con energía todo intento de volver al pasado.
Se acabó la leche de la clemencia. Ahora todos saben que nadie intentará
sin riesgo de vida alterar el orden porque es impedir la vuelta a la
democracia. Parece que en materia política los argentinos necesitan
aprender que la letra con sangre entra. Todos lamentamos el escaso uso de la razón que hicieron los adlátares de la tiranía (...) El gangsterismo político -no otra cosa significa el plan terrorista de los representantes del ex dictador- sufrió un golpe rudo (...) La libertad ha exigido siempre lucha y sacrificio. Jamás ha sido una posición de blandura."
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