viernes, 5 de abril de 2013

El antiperonismo también como una obstinación argentina (por J.P. Feinmann)

Leyendo el libro de José Pablo Feinmann sobre el peronismo, en su tomo 1, vemos un certero análisis de lo persistente que es en nuestra historia, no sólo el fenómeno del peronismo, sino aún más fuerte el del antiperonismo... En tiempos donde el "Gorilaje" tomó nuevos bríos, bien vale un repasada a este texto:

"El peronismo es una obstinación argentina. Si la obstinación prosigue, si no se detiene, es porque todos la alimentan. Peronistas y no peronistas. No sólo los no peronistas que pactan con el peronismo o se le acercan en coyunturas en que “la patria lo reclama”. Sino (y muy poderosamente) los antiperonistas. Estamos aquí ante un fenómeno marcadamente argentino. O sea, casi indescifrable: el peronismo ha sido una y muchas cosas más. Tal vez ya no sea nada. Tal vez la identidad peronista se haya disuelto en las borrascas de la historia ... Lo que no desapareció es el antiperonismo... En suma, los antiperonistas son más obstinados que los peronistas... Ocurre (y veremos intensivamente este aspecto) que en la mayoría de los antiperonistas, cuando se llega al fondo de ellos, al abismo de su repulsa, priva el odio al diferente encarnado en la figura del grasa, del pobre o del negro o del groncho... En resumen, el antiperonismo es una obstinación argentina y esa obstinación alimenta al peronismo tanto (y a veces más) como él se alimenta a sí mismo... Es una obstinación y una persistencia argentina... Una obstinación en los hechos y en la historia... Los hechos concretos de la filosofía política del peronismo expresan una persistencia histórica alimentada por una obstinación de los sujetos que la protagonizan... Si todo lo grande se hace en la historia con pasión, no podríamos negar que esta obstinación argentina debe leerse también como una pasión argentina".

José Pablo Feinmann, Peronismo. Tomo I, ed Planeta, Bs As, 2010.


domingo, 10 de febrero de 2013

Bibliografía: "NOTICIAS DE LOS MONTONEROS", de Gabriela Esquivada

Noticias fue mucho más que "el diario de los Montoneros". Esta experiencia única en el periodismo argentino debutó a fines de 1973 y duró los nueve tumultuosos meses del último gobierno de Juan Domingo Perón, su muerte, el nacimiento de la Triple A, la intensificación de la guerrilla y la crisis política que desembocó en el golpe de Estado de 1976. Se imaginó, y por momentos logró ser, un medio a la vez sofisticado y popular: La Opinión en traje de Crónica. En su redacción sobraron los nombres ilustres: Horacio Verbitsky, Miguel Bonasso, Francisco Urondo, Juan Gelman o el ya por entonces mítico Rodolfo Walsh. También jóvenes promesas que se realizarían en diferentes direcciones: Carlos Ulanovsky, Roberto Guareschi, Martín Caparros, Sylvina Walger o Alicia Barrios. Fue el mejor equipo posible en el que parecía ser el mejor momento de la historia argentina. Fue, también, un espejismo: las contradicciones no tardarían en llegar a la redacción del diario, las presiones rápidamente habrían de diluir los rastros del periodismo y el análisis, la espada se impondría cómodamente sobre la pluma y la palabra. Noticias de los Montoneros reconstruye la época de un modo extraordinario, yendo de lo general a lo particular, desde ese verdadero cajón-de-sastre llamado peronismo hasta el último cadete del diario, de los Montoneros a la Triple A, de los ecos de Walsh y Urondo al presente del diputado Bonasso y el economista Firmenich. Bajo el bordado de esta historia se extiende ágilmente la trama completa de la década de 1970 y sus consecuencias hasta el nuevo siglo.

Documentos: Montoneros y su acto fundacional: la ejecución de Aramburu

COMUNICADO

31 de Mayo de 1970 
Al PUEBLO DE LA NACIÓN: 


En el día de la fecha, domingo 31 de mayo de 1970, la conducción de nuestra organización, constituida en Tribunal Revolucionario, luego de interrogar detenidamente a Pedro Eugenio Aramburu, declara: 


I-Por cuanto Pedro Eugenio Aramburu se ha reconocido responsable: 
1º) De los decretos 10.362 y 10.363 de fecha 9 de junio de 1956 por los que se legaliza la matanza de 27 argentinos sin juicio previo ni causa justificada. 
2º) Del decreto 10.364 por el que son condenados a muerte 8 militares, por expresa resolución del Poder Ejecutivo Nacional, burlando la autoridad del Consejo de Guerra reunido en Campo de Mayo y presidido por el General Lorio, que había fallado la inocencia de los acusados. 
3º) De haber encabezado la represión del movimiento político mayoritario representativo del pueblo argentino, proscribiendo sus organizaciones, interviniendo sus sindicatos, encarcelando a sus dirigentes y fomentando la represión en los lugares de trabajo. 
4º) De la profanación del lugar donde reposaban los restos de la compañera Evita y la posterior desaparición de los mismos, para quitarle al Pueblo hasta el último resto material de quien fuera su abanderada. 


II-Por cuanto el Tribunal lo ha encontrado culpable de los siguientes cargos, que no han sido reconocidos por el acusado: 


1º) La pública difamación del nombre de los legítimos dirigentes populares en general y especialmente de nuestro líder Juan Domingo Perón y nuestros compañeros Eva Perón y Juan José Valle. 
2º) Haber anulado las legítimas conquistas sociales instauradas por la Revolución Justicialista. 
3º) Haber iniciado la entrega del patrimonio nacional a los intereses foráneos. 
4º) Ser actualmente una carta del régimen que pretende reponerlo en el poder para tratar de burlar una vez más al pueblo con una falsa democracia y legalizar la entrega de nuestra patria. 
5º) Haber sido vehículo de la revancha de la oligarquía contra lo que significaba el cambio del orden social hacia un sentido de estricta justicia cristiana. 


El Tribunal Revolucionario, Resuelve: 


1º) Condenar a Pedro Eugenio Aramburu a ser pasado por las armas en lugar y fecha a determinar. 
2º) Hacer conocer oportunamente la documentación que fundamenta la resolución de este Tribunal. 
3º) Dar cristiana sepultura a los restos del acusado, que sólo serán restituidos a sus familiares cuando al Pueblo Argentino le sean devueltos los restos de su querida compañera Evita. 


¡PERÓN O MUERTE! ¡VIVA LA PATRIA! 
MONTONEROS.. 


domingo, 3 de febrero de 2013

"LA TENDENCIA", por José Amorín (ex militante montonero)

La Tendencia Revolucionaria del Peronismo

Por José Amorin

A fines de 1968 y en enero de 1969 se realizaron dos congresos del Peronismo Revolucionario. El tema central que cruzaba a ambos pasaba, en primer lugar, por la metodología de lucha para enfrentar a la dictadura de Onganía. Y, hacia el interior del movimiento peronista, cómo imponerse o desplazar a los sectores proclives a conciliar con el Poder para lograr espacios políticos y convivir con dicho Poder sin cuestionarlo como tal.

En el Congreso del '68 participaron Bernardo Alberte -poco tiempo antes destituido como delegado de Perón-, el máximo teórico del Peronismo Revolucionario -Cooke, el fundador del Movimiento Revolucionario Peronista y de la Juventud Revolucionaria Peronista -Gustavo Rearte-, varios dirigentes de la Confederación General del Trabajo de los Argentinos y algunos futuros montoneros como Sabino Navarro, Hobert y Gustavo Lafleur. Todos los participantes coincidían en que al estar cerradas las vías legales de expresión política había que desarrollar la lucha armada.

Ello, con escasas excepciones, estaba fuera de discusión. Lo que se discutía era en qué condiciones desarrollar esta lucha. Si era o no el momento de tomar las armas, si estaban dados los requisitos políticos, si no era menester desarrollar previamente una fuerte organización popular que diera sustento -político e infraestructural-a la lucha armada, o si la misma lucha armada generaría las condiciones para desarrollar la organización popular.

Al finalizar el Congreso quedaron establecidas dos posiciones: una postulaba que, aunque la lucha armada iba a ser imprescindible en el futuro y había que tenerla presente en cualquier desarrollo estratégico, las condiciones 2 objetivas y el nivel de organización popular no eran todavía suficientes para implementarla.
La otra sostenía que las condiciones objetivas estaban dadas. En todo caso, no lo estaban las subjetivas, las cuales consistían en la adhesión anímica del pueblo y, por consiguiente, su apoyo y compromiso con quienes protagonizaran la lucha armada. Pero, esas condiciones subjetivas se iban a generar por el sólo hecho de iniciar la lucha armada. La cual, en realidad, ya se había iniciado con las acciones de la Fuerzas Armadas Peronistas que tomaron estado público cuando un pequeño destacamento rural, dirigido por Envar El Kadri, fue detenido en Taco Ralo (Tucumán)

El Congreso no logró unificar o sintetizar las posiciones encontradas, y concluyó en la necesidad de realizar una nueva convocatoria para saldar la discusión pendiente. Ello se plasmó en el Congreso del '69.

Al respecto del Congreso de 1969, Carlos Hobert, en agosto de 1974 escribió ("Volverás en brazos de tu pueblo", La Causa Peronista, Nº 4, agosto de 1974): "En enero de 1969 se hace otro Congreso en Córdoba. Pero ese ya fue más amplio, incluso quiso asistir Brito Lima pero lo sacamos a patadas porque ya en aquel entonces era un elemento policial. De este Congreso salen tres posiciones. Una que sustentaba fundamentalmente el Movimiento Revolucionario Peronista y que sostenía la necesidad de profundizar la organización de la clase trabajadora y que mientras esas condiciones no estuvieran dadas no se podía iniciar la lucha en el plano militar. La segunda posición sostenida por los sindicalistas que proponían el fortalecimiento de la estructura sindical, fundamentalmente de la CGT de los Argentinos que en aquel entonces era el único foco de resistencia real que había en el seno del movimiento peronista y la clase trabajadora, pero más allá de eso nada... La tercer posición sostenida por el Negro Sabino Navarro, era que se hacía necesario lanzar la lucha armada para crear esas condiciones de conciencia y organización del pueblo peronista. Luego, de todos estos sectores unos se fueron por la derecha y otros por la izquierda. La posición del Negro fue la de la mayoría. Pero si bien se estaba de acuerdo con llevarla adelante, no se hacía.

Entonces nosotros sacamos una consigna que provenía del peronismo que decía mejor que decir es hacer". Y así fue: durante este Congreso se pusieron de acuerdo Sabino Navarro y Gustavo Lafleur y se organizó el grupo armado después conocido como "grupo Sabino", el cual constituyó una de las pequeñas organizaciones originales que dio lugar a la existencia de Montoneros.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Textuales: Anguita, la izquierda y el peronismo

"Quien escribe estas líneas fue militante del PRT-ERP y no coincidía (desde un lugar irrelevante por cierto y aceptando su compromiso revolucionario por encima de sus posturas personales) con la visión del peronismo planteada por Mario Santucho que lideraba las posiciones políticas de la dirigencia perretista. A principios del ’73, recién vuelto de Cuba donde estuvo tras la fuga de Rawson, Santucho estaba convencido de que la llegada de Perón a la Argentina era para salvar el capitalismo. El mismísimo Fidel Castro le había marcado sus diferencias con esa postura. Quien escribe estas líneas, cuando se creó el ERP 22 de agosto, pensó en sumarse a esa fracción, para dar apoyo al gobierno de Cámpora. Fue Daniel Hopen, un tipo más que lúcido, que me advirtió algo sustantivo en los procesos revolucionarios: “En el ERP 22, lamentablemente, no hay capacidad dirigente. El único líder es el Negro Roby…” Hopen ya había dado el paso fuera del PRT y este humilde militante siguió los consejos de quien era su referente teórico y conceptual. Poco tiempo después, pero eso ya es otra historia, yo caía preso y en el ’76 Hopen era secuestrado y está desaparecido.

Este comentario puede ayudar a que el lector despeje la cuota de subjetividad que cada cual tiene, de acuerdo a su historia, con el peronismo y la izquierda. Ya en aquellos años sobraban los ejemplos de militantes, dirigentes sindicales e intelectuales que se sumaban al peronismo sin dejar de ser de izquierda ni tener el complejo de que perdían “su cultura de izquierda(s)”. Pero en ese entonces, para muchos militantes –incluidos los de Montoneros, FAR o FAP– había un tema crucial: la organización revolucionaria. Ni más ni menos que el núcleo de acero, en términos más leninistas. El partido de cuadros era condición sine qua non para una revolución hecha e izquierda.

Tal como me advertía mi compañero de militancia, cárcel y trabajo periodístico Alberto Elizalde, no podría afirmarse de ningún modo que Perón no vino a salvar el capitalismo. Es decir, es obvio que muchos sectores de la derecha peronista y no peronista confiaban en que ese sería el rol del gran caudillo popular. Y lo sucedido en Ezeiza el 20 de junio del ’73 seguido del desplazamiento de Héctor Cámpora fueron muestras de cómo el proceso iba para la derecha. Lo más claro es que la veintena de leyes transformadoras enviadas por Cámpora al Congreso fueron ignoradas por el Parlamento que lo aplaudió el 25 de mayo, apenas 49 días antes. Pero eso no justifica ni el copamiento del Comando de Sanidad del Ejército ni la muerte de José Rucci. Tampoco justifica el análisis posterior –que no fue exclusivo del PRT y Montoneros– de que el campo popular podía estar a la ofensiva y doblarle el brazo a la derecha. Las luchas de esos años, como en muchos procesos trágicos, alimentan el espíritu de dignidad y valentía de muchos militantes y constituyen un legado para nuevas gestas. A veces ayudan también a que el respeto a la sangre derramada se confunda con el análisis crítico y la diversidad de opiniones. El análisis no puede quedarse ni en la épica ni en las pérdidas.

Pasadas cuatro décadas o más, no hay en vistas una revolución en los términos que esperábamos quienes integramos las organizaciones revolucionarias. Tampoco hay un contexto de Guerra Fría con un bloque soviético y otro estadounidense y las expectativas de bloques de naciones que pudieran quedar libres de capitalismo. Ahora el capitalismo está realmente en crisis, pero no hay un modelo de contraparte que permita mirar y emular modelos. Hay expectativas de cómo quedará la relación de fuerzas en el plano internacional, pero con demasiados países poderosos que reparten su riqueza con mucha inequidad.

El peronismo, como tantos movimientos populares, está instalado en el inconsciente colectivo de buena parte de la militancia social y política como la memoria de la resistencia y de la heroicidad.

Siguiendo a Alejandro Horowicz en su buen estudio de Los cuatro peronismos, no es un descubrimiento que en su historia siempre estuvo instalada la idea del peronismo como puerta de acceso al liberalismo o el neoliberalismo. Y que esta situación no es ajena a muchos dirigentes del Partido Justicialista que están esperando que pase y termine este ciclo tan conmovedor e imprevisible.

Pero cosas similares pasan en otras naciones latinoamericanas con fuerzas cuya historia política es más o menos democrática, más o menos popular (o “populista” en una versión pretenciosa de ciertas mentes que se consideran “la izquierda”) como el peronismo.

El territorio político en el cual se desarrolla esta etapa de la Argentina tiene muchos vasos comunicantes con las historias argentinas (en plural) y jamás cerró las puertas a las miradas y las conductas “por izquierda”. Al revés, son más que valoradas las trayectorias de militancia y compromiso a la hora de sumar cuadros de organizaciones sociales, sindicales, de Derechos Humanos, académicos, comunicadores, etcétera. Y logró armar un gobierno de mayorías con consignas que, ni remotamente, lograban consensos de más del 25% de la sociedad hasta pocos años atrás. No sólo los de los juicios a genocidas sino también en prácticas que colocan al Estado con un rol activo y hasta capaz de actuar sobre empresas multinacionales.

Se creó un mito entre cierta gente de “izquierda”. El de que pertenecer a esa cultura requiere ser sumamente conservador. Es decir, mirar un relato del pasado en el que uno se delata como de izquierda cuando lleva un kit completo de cosas anteriores (ciertas lecturas o dogmas o personajes centrales de la historia que no estuvieron contaminados por el policlasismo peronista). Y, la verdad, ser de izquierda era otra cosa totalmente distinta para muchos que no despreciábamos la teoría ni el análisis serio del presente que nos tocaba vivir. Ser de izquierda era organizar a los sectores sociales más desposeídos, buscar a los grupos y personas con más disposición y audacia para ser representantes en sus lugares de trabajo o sus barrios. Era la decisión de encontrar el momento justo para disputar a los poderosos y dar muestras al resto de la sociedad de que el cambio era posible. Era, en definitiva, ir sumando fuerzas para que la correlación resultara, paso a paso, más favorable para los sujetos sociales y políticos decididos a liberar al país y al pueblo.

...las dudas pueden desgranarse y son motivo de consideraciones para no comprar ningún kit completo a la hora de las imprescindibles abstracciones e imprescindibles valoraciones que cada persona o grupo político haga de este territorio extenso y en movimiento llamado kirchnerismo. Pero, más allá de eso, en algo uno puede definirse como revolucionario, aun sin tener una cultura de izquierda. Es en la disposición a poner el cuerpo y comprender cabalmente que, para ganar en una disputa tan desigual, hay que atreverse, hay que tener una profunda convicción de que luchar vale la pena"

En Tiempo Argentino, 22 de mayo de 2012: "Izquierda y peronismo: los ‘70 y el presente", por Eduardo Anguita
 

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Textuales: "La Vida por Perón", de Juan M. Vigo

"Hoy como ayer la emancipación económica de esos mismos pueblos hermanos depende en gran parte de lo que hagamos los argentinos, tarea en la que marcharemos codo a codo con todos los demás pueblos del Tercer Mundo. 
El principal objeto de estos apuntes es mostrar las funestas consecuencias a que nos condujo la carencia de aptitudes y conocimientos para organizar las fuerzas nacionales em la lucha sin cuartel contra la antipatria que se adueñó del país en septiembre de 1955. De ello somos responsables, quien mas, quien menos, todos los que actuamos antes y durante la Resistencia. 
Por suerte, tan dolorosa experiencia no se va a repetir. El sufrimiento ayudó a purificarnos y nos enseñó a los argentinos a luchar y también a mirarnos cara a cara y a hermanarnos al tiempo que desde lo más profundo del Ser Nacional afloraban fuerzas salvadoras. Estas fuerzas son las mismas que en 1806 y 1807 hicieron posible la derrota de los invasores ingleses, que con la tercera parte de soldados dominarían y esclavizarían el pueblo chino tres décadas después. Hicieron posible que las armas de la Patria se cubrieran de gloria llevando el pabellón azul y blanco hasta la cuesta de Pichincha y pasearlo con "La Argentina" por todos los mares. Que enfrentáramos solos a las flotas de Inglaterra y Francia hace 130 años, que tuviéramos un 17 de octubre y, por último, un 11 de marzo. 
Por suerte, también, en este largo calvario se hizo presente una juventud que se templó en la lucha y aprendió combatiendo y muriendo lo que la antigua burocracia política y sindical no supo enseñarle en sus "escuelas" ni con su ejemplo, Ni pareció entender -los hechos lo demostraron- lo que el general Perón escribió, aconsejó, y ordenó hasta el cansancio. 
A esta extraordinaria juventud dedico estas páginas y quiera Dios que pueda extraer buenas enseñanzas de la dura experiencia que vivimos hace 18 años.
la dedico a la idolotrada Evita, abanderada insobornable de los humildes, y al líder de los pueblos del Tercer Mundo, el general Juan Domingo Perón.
Rindo por último emocionado homenaje a los héroes y mártires de la Resistencia, y envío un fraternal abrazo a los queridos compañeros y compañeras que fundaron conmigo los Comandos Coronel Perón".

Juan M. Vigo
Buenos Aires, 25 de mayo de 1973.


En "La Vida por Perón, Crónicas de la Resistencia", Juan M. Vigo, Peña Lilo Editor, julio 1973